Te voy a contar algo que me pasó a mí. Un día empecé a sentir que ciertas formas de comunicar lo que hago ya no me eran orgánicas, ciertos temas dejaron de parecerme interesantes e incluso ciertos aspectos de mi trabajo. Incluso el nombre “Consultora de estilo”, dejó de identificarme.
Aunque ciertas tareas de mi trabajo me eran muy fáciles de ejecutar, me resultaban absolutamente incómodas, y justamente como me eran fáciles, me llevó tiempo darme cuenta lo inorgánico que me resultaba seguir haciéndolas.
Por ejemplo, tiempo atrás yo solía decirle a mis clientas qué ponerse y cómo vestirse. Se supone que una asesora se dedica a eso, pero comencé a verlo como un acto muy desempoderante decirle a mi clienta lo que se tenía que poner. Además, yo podía sentir como se me drenaba la energía al hacerlo y no entendía muy bien por qué, si justamente el trabajo de una asesora es decirle a las personas lo que se tienen que poner. Había algo de todo esto que me estaba dejando vacía.
Me llevó tiempo destrabar esta situación. Volvía a mi casa muy cansada como si hubiese trabajado 24hs sin parar, así que puse pausa, y me dediqué a calibrar lo que estaba sucediendo.
Y ahí se activó algo grandioso e interesante, no sólo para mí, sino para mis clientas.
Fue cuando decidí cambiar 100% mi forma de abordar el asesoramiento de imagen. Comencé a vivirlos como procesos de autoconocimiento mediante herramientas de estilo.
Primero lo validé conmigo misma, luego con clientas con las que ya venía trabajando y fue así como fui registrando un método para ayudar a mujeres a sentirse 100% alineadas con su imagen personal, sin decirles qué ponerse.
Dejé de enseñar a vestir y comencé a activar el estilo, despertando el ritmo interno sobre quienes querían ser, acompañándolas a convertirse en esas mujeres.
Y hoy entiendo que no hay nada más empoderante que dar confianza, no quitarla.
El valor está en mostrar el camino para que ganen autonomía en la gestión de imagen personal, en lugar de herramientas basadas en tendencias y hashtags.
En ese momento entendí que si realmente yo quería ayudar, tenía que justamente dar el poder guiandola hacía su propio deseo en lugar de quitárselo diciéndole qué, cómo y por qué. De esa forma lo único que estaba logrando era dependencia e inseguridad. Y yo quiero rodearme de mujeres fuertes, libres, inspiradoras y creativas.
Hoy, después de haberme hecho cargo de mi misión, cada vez que alguien me busca yo le aviso, “esto no es una clase”. No vengo a enseñarte sobre estilo. Vengo a despertártelo. Porque tu estilo no se aprende, se activa.
Este cambio de paradigma sobre mi propio método, me hizo afrontar con algo mío muy interno, sobre qué temas quiero abordar, sobre qué puedo dar. Sabía que quería dar algo mucho más grande que simples formas, entendiendo que en el camino iba a perder seguidoras, clientas que esperarían de mí otra cosa. Pero yo ya no tenía lo mismo para ofrecer, tenía algo mejor, y lo más importante, tenía que ser fiel a mi misma.
Así que, siempre que sientas que algo ya no encaja, te queda chico o incómodo, no dudes en cuestionarlo. Es la vida pidiéndote escalar hacia algo más mágico.
Corine
P.D. Si querés leer más, te invito a que formes parte de mi Bitácora de Estilo suscribiéndote gratuitamente. Te llegará un mail todos los miércoles.
Deslizá y sumate. :)
Suscripción a Bitácora de Estilo :)